El aferramiento bloquea aquello cuya naturaleza es fluir,
aparecer y desvanecerse, creando las condiciones de la enfermedad y arraigando
la ignorancia.
Existe en nuestras psiques una tendencia a aferrarse a las
cosas que puede confundirse --erróneamente-- con nuestra naturaleza base. Si el
flujo de un río es detenido por unos troncos, se formarán remolinos y se
estancarán los objetos que llegan a fluir por su cauce; esto generará pestilencia
y congestión. Nuestra mente es de alguna manera como ese río -si no conocemos
el estado prístino del río (la fluidez) podemos confundir que la naturaleza del
río es retener las cosas en su cuerpo de agua. No reconocemos la naturaleza
prístina de la mente, que es desplegar fenómenos como el cielo en el que el
vuelo de las aves no deja huellas o como un espejo límpido que no se ve
afectado por lo que refleja, y pensamos y actuamos conforme a una versión
constreñida y burda de la mente.
En el budismo el término upadana (aferrarse o apegarse) es
clave para entender cómo se produce el sufrimiento. En la cadena de originación
que se estudia en el budismo, upadana viene después de la ignorancia y el
deseo, y es el precursor del ser (esto es, el ser condicionado de la existencia
cíclica o samsara). A grandes rasgos, la ignorancia de la condición original de
la mente --que es luminosidad y dicha no dual-- reifica la percepción y hace
que surja el constructo sujeto/objeto. Esto permite que un sujeto luego desee
(tanha) objetos. Al desear objetos surge el aferramiento o el apego a los
objetos que hemos conseguido o, sobre todo, a las sensaciones que producen
estos objetos, los cuales son también pensamientos o eventos mentales (el
principal de éstos es la creencia en una identidad sólida a la cual se adhieren
las sensaciones). Lo que le da una cualidad de existencia relativa a las cosas
que surgen --cualquier cosa como un tú o un yo, un eso y un eso otro-- es
justamente el aferramiento, el apego de la mente. La palabra upadana de hecho
significa "combustible" en sánscrito. El Buda enseñó que todas las
cosas en el samsara estaban ardiendo, devoradas por un fuego insaciable.
"Nirvana" literalmente significa apagar o extinguir ese fuego, es decir,
dejar de producir el combustible que le da existencia al mundo condicionado.
Bajo la lúcida lógica del Buda, al dejar de tener aversión, avidez y aferrarse
a las cosas, el mundo se libera, como un torrente de agua cristalina que rompe
un dique. El mundo no se acaba, sigue el flujo luminoso de la manifestación del
cosmos, la energía corre límpida como pura sabiduría. La gnosis no dual de la
manifestación hace que el mundo se despliegue como un constante goce estético.
Shantideva habla de un mago que produce una hermosa bailarina: al saber que la
bailarina es solamente una manifestación de su mente, éste disfruta de la
creación sin desear poseerla o identificarse con ella. Todo es una danza
insustancial de apariciones.
Esto lo podemos trasladar a nuestra condición actual, en la que generalmente lo que primero nos concierne, antes que buscar la iluminación, es simplemente calmar la mente y lograr una mejor salud. Vivimos en la era de la hiperestimulación. Un hombre hace mil años e incluso uno hace cien años no tenía tantos problemas para tener una mente clara y relajada --sin tantos deseos y apegos-- ya que no era constantemente bombardeado por estímulos sensoriales que buscan capturar su atención. En cierta forma la publicidad, el entretenimiento y la tecnología digital son siempre potencial para llenar el tanque de gasolina con más upadana. Nuestras tendencias mentales aflictivas hacen que al entrar en contacto con objetos --los cuales están diseñados con la intención de hacerse desear-- nos aferremos a ellos y a las nociones que producen (porque en la sociedad en la que vivimos las cosas que poseemos y las experiencias que vivimos son también formas de solidificar una identidad). Esto siempre ha existido, pero nunca ha sido tan agresivo como ahora.
Si seguimos la filosofía budista, ésta nos dirá que nuestras
enfermedades físicas y mentales (tal división no puede trazarse de manera
tajante) son el resultado de nuestras aflicciones mentales, de los venenos de
la mente (kleshas, literalmente "torceduras"), los cuales son el
resultado de nuestro karma (nuestras acciones pasadas coaguladas por la
intención o la volición mental). Una enfermedad es algo así como un karma
emergiendo a la superficie; esto puede ser algo positivo si al surgir no se
recibe con apego o aferramiento, ya que estaremos presenciado de alguna manera
su disolución, pues la naturaleza de las cosas es la impermanencia. En la
medida en la que siga habiendo aferramiento y oscurecimiento mental, entonces
una enfermedad debe entenderse como un patrón de ignorancia o percepción
errónea corriendo en el organismo, una especie de bucle que podría estar
reiterándose desde hace miles de vidas.
El maestro budista Alan Wallace en su libro Stilling the
Mind, un comentario al texto Vajra Essence de Dudjom Lingpa, escribe:
Al simplemente observar sin distraerse ni aferrarse --al
sólo dejar que los procesos mentales surjan y se disuelvan bajo su propio
tenor-- con el tiempo los pensamientos burdos y sutiles se desvanecen y se
disipan en el espacio de la mente, la conciencia del sustrato. No hay ninguna
argucia involucrada en esto. Por el contrario, al no involucrarse con ellos,
los pensamientos se volverán, usualmente, cada vez más ligeros. Perderán su
poder sobre ti, y desaparecerán. Si no te aferras, la mente por sí sola sanará
y se disolverá en el sustrato. (p. 119)
Hay que mencionar que la mente del sustrato es alaya
vijnana, el terreno neutral del cual surge nuestra experiencia y nuestra propia
psique. No tenemos en la psicología occidental un término equivalente, ya que
alaya es más que la mente inconsciente, es también el repositorio del karma de
todas nuestras vidas pasadas (aunque en sí mismo está libre de karma, por eso
es neutral) o nuestra continuidad mental. Es también el espacio base en el que
se cifran los otros planos del samsara en la cosmología budista, el mundo de la
forma (rupadhatu) y el mundo sin forma (arupadhatu), donde habitan los devas
(en un estado de paz completa). Existe un nivel más profundo de la mente, al
menos para algunas escuelas budistas, esto es la conciencia primordial, rigpa,
inseparable del dharmakaya, la realidad absoluta.
La autosanación que menciona Wallace por supuesto no pasará
de un día para el otro, pero podemos poner a prueba esta hipótesis practicando
con diligencia. La proposición básica es que la enfermedad y el sufrimiento se
van mitigando y llegan a cesar en la medida en la que no nos aferramos a
nuestros pensamientos --y es que finalmente no puede haber sufrimiento duradero
sin el pensamiento de "estoy sufriendo", "qué mal me
siento", etc. Asimismo, las condiciones mentales de las cuales brotan el
sufrimiento y las enfermedades son amasadas por la reiteración de una cierta
forma de pensar e identificarse con los pensamientos. Esto ha sido estudiado
por David Kessler (ex comisionado de la FDA) en su libro Capture, donde
sostiene que la forma en la que nuestra atención es capturada por las ideas que
tenemos de nosotros mismos es la raíz de la mayoría de las enfermedades
mentales, si no es que de todas. Si no suscribimos a la visión dualista que
separa a la mente del cuerpo entonces podemos afirmar, con Alan Wallace, que
aferrarse es lo que nos enferma y soltar lo que nos sana. El pensamiento puede
considerarse como una energía psicofísica, una suerte de combustible, cuyo cauce
debe dejarse correr sin obstrucción puesto de que de otra forma, con cada
contención, instante tras instante, irá creando un oneroso agregado, una
especie de fango base desde el cual emergen, condicionados, todos los fenómenos
que experimentamos.
La técnica fundamental para no aferrarse a los pensamientos
que ha desarrollado el budismo es la observación de la mente, también llamada
"tomar la mente como camino". Esta es una de las cuatro aplicaciones
del mindfulness (recordación, atención plena) que aparecen en los discursos del
Buda, en el Satipatthana Sutta. Alan Wallace la enseña con un contexto que toma
algunos aspectos del dzogchén, llamando a esta técnica "establecer la
mente en su estado natural".
Extraído de:
http://pijamasurf.com/2016/10/la_ciencia_interna_de_no_aferrarse_a_los_pensamientos_la_clave_de_la_salud_fisica_y_mental_fb/
Por: Alejandro Martínez Gallardo -
http://pijamasurf.com/2016/10/la_ciencia_interna_de_no_aferrarse_a_los_pensamientos_la_clave_de_la_salud_fisica_y_mental_fb/
Por: Alejandro Martínez Gallardo -