Todos los seres humanos buscan la felicidad.
Sin embargo, muchos la buscan por medios equivocados o bajo una confusión de lo
que es la felicidad; por ejemplo, pensando que pueden encontrar la felicidad en
el mundo material, obteniendo dinero, éxito o admiración. La filosofía, y
recientemente la ciencia, coinciden en que la felicidad viene fundamentalmente
de una vida llena de significado, de conexiones profundas con uno mismo y con
las demás personas y de una vida espiritualmente plena. Es por ello que se ha
rescatado el término griego eudaimonía, el cual nos remite a la importancia de
armonizar la vida con el significado más profundo, o aquello que los griegos
creían venía del espíritu y que nos vinculaba con el cosmos.
La palabra eudaimonia esta
compuesta de eu (bueno) y daimon, el término de
donde viene nuestra palabra "demonio" pero que para los griegos
significaba algo más parecido a espíritu o ángel. Este concepto fue importante
para la ética de Aristóteles, quien lo ligó al más alto bien del ser humano y a
cosas como la virtud (arete) y la sabiduría en su aspecto práctico (phronesis).
Podemos empezar a jugar con una definición de la eudaimonía como el arte de
vivir de manera virtuosa, buscando la sabiduría, para desarrollar el potencial
humano. Pero esto es sólo tentativo.
Debemos explorar más:
DAIMONION: Animal que representa nuestro Daimon personal.
El daimon es, según se
creía en la antigua Grecia, el genio o acompañante del alma (a veces usado como
sinónimo mismo del alma o psique). "Ethos anthropos daimon",
escribió Heráclito, una frase que se traduce como "Carácter es
destino" (daimon siendo destino en este caso). Quizás nos
ayude más leer la frase de Heráclito, llamado a veces el primer psicólogo, de
esta forma: "El carácter del hombre es su daimon".
Para Carl Jung el daimon es
el inconsciente mismo, el cual domina y dirige la vida de un hombre que no
se ha individuado como un amo invisible. Es por ello que es importante conocer
al daimon, hacer conscientes nuestras motivaciones inconscientes e
integrarlo; en términos más populares, esto sería algo así como aprender a
escuchar nuestro corazón o espíritu. Marsilio Ficino, el gran traductor de
Platón, dijo sobre el daimon: "Quien descubre su propio
genio a través de estos medios encontrará su trabajo natural y al mismo tiempo
encontrará su estrella y su daimon. Siguiendo este camino obtendrá
felicidad y bienestar". Ficino, quien fuera conocido como "doctor del
alma", amplía aquí el sentido de la frase inscrita en Delfos
"Conócete a ti mismo"; conocerse a sí mismo es conocer también a
nuestro daimon, nuestro destino, ese espíritu que nos guarda y
asedia, como "una estrella flotando sobre la tierra, conectada al
alma", según Plutarco. En este sentido el daimon está
ligado a los astros y de hecho las cartas astrales antiguas definían el daimon de
cada individuo según el planeta que regía la carta. Sin embargo, debemos
recordar que los mismos antiguos reconocían que los astros no obligan, sólo
inclinan. Patrick Harpur dice que una forma de imaginarlo es como
"una manifestación personal de un dios impersonal". Esto nos recuerda
al llamado dios de Sócrates, quien era su propio daimon y
quien lo obligaba a proceder rectamente, a seguir su propia conciencia, con fe
más allá de la muerte, por lo cual no titubeó en tomar la cicuta.
James Hillman en su libro The
Souls Code examina la relación entre el daimon y una
vida plena que encuentra su significado. Sobre cómo evitamos el llamado de
nuestro destino, escribe:
Presente en cuerpo, pero
ausente en espíritu, él paciente yace en el diván, avergonzado de su
propio daimon por los potenciales de su alma que no deja de
manifestar. Se siente internamente subversivo, imaginando en su pasividad
extremos de agresión y deseo que deben suprimirse. La solución: más trabajo,
más dinero, más bebida, más ejercicio, más cosas.
Es nuestra decisión si seguimos el llamado
o lo ignoramos pero, nos dice Hilllman, el daimon no se irá y
mientras no hagamos lo que quiere (que al final es lo que realmente queremos
nosotros) nos someterá a diferentes vejaciones. En otra parte Hillman dice que
si el alma no obtiene lo que quiere nos enferma, así el daimon o
esta fuerza de un deber ser nos obliga a aprender sometiéndonos a duras
pruebas. En The Soul's Code: "Un llamado puede ser pospuesto,
evitado e intermitentemente perdido. Pero también puede poseerte completamente.
De cualquier forma, eventualmente saldrá a la superficie. Reclamará su tierra.
El daimon no se va".
Quizás lo más interesante es que la
ciencia ha recuperado esta idea de la eudaimonía. El profesor de medicina de
UCLA Steve Cole ha realizado estudios sumamente interesantes sobre la
relación entre el sistema inmune y la felicidad, o cómo reaccionan
nuestras células a lo que subjetivamente llamamos felicidad, de lo que ha
concluido que "no hay duda de que la mente y el sistema inmune están
ligados". La mente parece modular en varios aspectos las respuestas
inmunes.
Cole realizó un estudio con sus alumnos
cuyos resultados nos ayudan a entender mejor cómo nuestra psicología profunda
se refleja en nuestro sistema inmune. En el estudio se midió el perfil de
expresión genética de un grupo de voluntarios y se relacionó con una evaluación
de sus niveles de felicidad. Un mejor perfil de expresión genética significa
una mayor respuesta antiviral y una menor respuesta inflamatoria. La evaluación
de la felicidad se dividió en la felicidad "hedonista" y la
"felicidad eudaimónica". "La felicidad hedonista es el estado de
ánimo elevado que experimentamos después de un evento de vida externo, como
comprar una casa", la eudaimonía es "nuestro sentido de propósito y
dirección en la vida, nuestro involucramiento con algo más grande que
nosotros", explica Cole.
El estudio mostró una notable correlación entre
la felicidad eudaimónica y un mejor funcionamiento del sistema inmune.
El estrés crónico que reduce la felicidad
eudaimónica, sugiere Cole, puede acortar la longitud de los telómeros, mientras
que actividades como la meditación mantienen la longitud de estos extremos de
los cromosomas que protegen el ADN e intervienen en el proceso de
envejecimiento. En otras palabras, la disciplina mental es capaz de afectar la
expresión genética y regular la función de nuestro ADN. (Para quienes dudaban de
los poderes mentales del ser humano)
Artículo de ALEJANDRO MARTÍNEZ GALLARDO
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