sábado, 19 de agosto de 2017

Séneca




Séneca fue un filósofo de obediencia estoica, aunque ni mucho menos fue un pensador pasivo o un mero repetidor de una doctrina determinada. Su estoicismo es de ascendencia pragmática, selectiva. Ni Séneca ni ninguno de los estoicos disimularon su aversión natural hacia la vida vulgar, ajustada exclusivamente a normas convencionales y utilitarias sin aspiraciones más nobles. Séneca en sus textos albergaba conocimientos del pensamiento estoico, epicúreo, cínico y académico en general.

En Séneca (ca. 1 a.C.-65 d.C.) encontramos una personalidad muy rica y atractiva: en él se dan a la vez el político, el escritor y el filósofo. Aunque no tenemos datos exactos sobre su fecha de nacimiento, la datación de sus obras o la edad en la que definitivamente se instaló en Roma, sí podemos estudiar los rasgos generales de su pensamiento gracias a sus plurales y variados escritos, que van desde tratados hasta cartas e incluso poemas.



Séneca destacó como pensador, tanto como intelectual y político. Consumado orador, fue una figura predominante de la política romana durante la era imperial, siendo uno de los senadores más admirados, influyentes y respetados; a causa de este extraordinario prestigio, fue objetivo tanto de enemigos como de benefactores.

De tendencias moralistas, Séneca pasó a la historia como el máximo representante del estoicismo y moralismo romano tras la plena decadencia de la república romana. La sociedad romana había perdido los valores de sus antepasados y se trastornó al buscar el placer en lo material y mundano, dando lugar a una sociedad turbulenta, amoral y antiética, que al final la condujo a su propia destrucción.

Aquí algunos fragmentos de su obra:

“Vivís como si fuerais a vivir siempre, nunca recordáis vuestra fragilidad, no observáis cuánto tiempo ha pasado ya. Lo perdéis como si dispusierais de un depósito lleno y rebosante, cuando puede que precisamente ese día dedicado a un hombre o una cosa sea el último. ¡Qué estúpido olvido de la mortalidad es diferir hasta los cincuenta o sesenta años los buenos propósitos y querer iniciar la vida allá donde pocos llegaron!”


“Nadie te devolverá los años, nadie te entregará otra vez a ti mismo. La vida seguirá por donde empezó, no revocará su curso ni lo suprimirá. No hará ruido ni avisará de su velocidad. Fluirá en silencio.”


“No puede hallarse ningún exilio dentro del mundo, pues nada que está dentro del mundo es ajeno al hombre. Es el alma quien nos hace ricos; ella nos sigue al exilio y, en medio de las soledades más ásperas, cuando encuentra cuanto es bastante para sostener al cuerpo, ella misma abunda y disfruta de sus propios bienes.”


“Hacer de la virtud, que es la más excelsa soberana, una criada del placer es propio de un ánimo incapaz de concebir nada grande. Que marche en cabeza la virtud y sea ella quien porte los estandartes. En cambio, quienes confían los impulsos naturales al placer carecen de las dos cosas; por una parte, pierden la virtud y, por otra, no tienen placer, sino que el placer los tiene a ellos, pues se atormentan por su falta o se ahogan en su abundancia.”


“Tú hablas de un modo -dices-, pero vives de otro”. La misma objeción, cabezas llenas de malignidad y animadversión a los mejores, se le hizo a Platón, se le hizo a Epicuro y se le hizo a Zenón; pues todos ellos decían no cómo vivían ellos mismos, sino cómo habrían debido vivir. Hablo de la virtud, no de mí mismo, y cuando clamo contra los vicios, lo hago en primer lugar contra los míos. Cuando pueda, viviré como es debido. La malevolencia teñida con veneno en abundancia no me apartará de los mejores; y la pestilencia con que rociáis a los demás y os matáis a vosotros mismos aún menos me impedirá continuar alabando esa vida, que yo mismo no llevo, pero que sé debe llevarse.


 “Ya ves cuán mala y perniciosa servidumbre ha de sufrir quien esté sometido alternativamente a placeres y dolores, que son los poderes más inciertos e incontrolados. Así que es preciso buscar una salida hacia la libertad. Y la libertad no la da otra cosa que la despreocupación por la suerte o fortuna. Entonces surgirá ese bien que no tiene precio, la tranquilidad de la mente puesta a salvo.”


“La eternidad del mundo consta de contrarios. A esa ley debe adecuarse nuestro ánimo; sígala, sométase a ella. Lo mejor es sufrir lo que no puedas enmendar, y acompañar sin murmuración a la Fortuna bajo cuya autoridad se presentan todas las cosas: mal soldado es el que sigue con gemidos a su general. [Como dijo Cicerón], guían los hados al que quiere, al que no quiere lo arrastran.”


“Soledad no es estar solo, es estar vacío.”
~ Séneca ~
(Esta frase toma relevancia  en el mundo de hoy, pletórico de ignorantes de las verdades trascendentes de la vida.)



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