miércoles, 25 de noviembre de 2015

EL SILENCIO



El Silencio es la primera Puerta psicoenergética que hay que atravesar o dominar para salir del Reino de las Sombras. Existe en cada uno de nosotros una barrera de ruido interior, una densa bruma de continuos sonidos mentales, emocionales, instintivos ... incontrolados, mecánicos ... que mantienen atrapada a la conciencia humana y la aíslan de su verdadero poder original.

Para descubrir y cultivar el fundamental silencio de la psique es preciso primero observar el ruido, nuestro permanente ruido interior. Percibimos entonces que hay una voz (fragmentada en múltiples voces, una miríada de voces) que habla dentro de nosotros de forma persistente. Esa interna y personal voz divaga sobre cualquier cosa, sueña, elucubra, recuerda, fantasea ... el caso es hablar siempre. Es como si hubiera alguien incansable, repetitivo y pertinaz que parloteara continuamente en nuestra mente, asumiendo nosotros esa identidad. ¿Pero quién es el que habla? ¿Nosotros? El problema es que creemos que el que habla (el hablador) somos verdaderamente nosotros, pensamos que es nuestra genuina y auténtica identidad.

Sin embargo el hablador interno no es nuestra identidad verdadera, aunque la inmensa mayoría de los mortales se identifica ingenuamente con él. El hablador convive con nosotros, nos quiere hacer creer que somos nosotros, y nosotros creemos equivocados que somos él.

Lo primero que hay que clarificar es quien es el hablador en nuestra mente, descubrir su naturaleza, des identificarnos de él, observarlo en forma cada vez más distante, hasta lograr que se aleje, hasta conseguir que se vaya callando, hasta alcanzar los primeros momentos de precioso y revelador silencio.

Este trabajo en pos del silencio requiere un esfuerzo continuo, un estado psíquico de alerta permanente, una conciencia de lucha con un enemigo pertinaz que habita en nuestro interior. Cualquier fallo en la auto-observación es permitir que el hablador retome sobre nuestra mente el control que siempre reclama. La meditación, la observación tranquila de nuestros pensamientos y emociones, es la estrategia indispensable para avivar en nosotros el rescoldo del fuego dormido de nuestra conciencia.


Lograr la meta del silencio interno es atravesar el primer portal que nos aleja de la ancestral oscuridad psicológica, cruzar la primera puerta que nos libera del Reino de Sombras en que por inconsciencia habitamos. Cuando franqueamos esta Primera Puerta nace en nosotros el primer destello de luz de la nueva conciencia, del espíritu dormido. Esa nueva conciencia silenciosa que surge en nosotros (y que debemos cultivar para hacer crecer) es la frecuencia o tono conciencial que nos acerca germinalmente a la conciencia del Ser. 

¿Pero quién es el hablador? Ese que se preocupa, que se queja, que se envanece, que alardea o se culpa, que se proyecta hacia el pasado o hacia el futuro... Esa voz interior que parlotea siempre no es sino nuestra propia mente condicionada, nuestra personalidad egoica, estructurada para auto perpetuarse.


Sin embargo esta voz genera inevitablemente una identidad falsa en nosotros. Acabamos creyendo que somos esa voz, nos sumergimos en una sombra que nos impide reconocer nuestro genuino ser, olvidando así la fuente y esencia de nuestra real naturaleza.

La voz persistente, la identidad egoica, acaba poseyéndonos cada vez más. Nos hace transitar por múltiples sufrimientos y por breves y pasajeras alegrías. Pocos son los que desenmascaran y dominan esta falsa identidad interior y se dirigen hacia las metas del ser verdadero.



COINCIDEN FILÓSOFOS Y MÍSTICOS DE TODAS LAS ERAS EN QUE EL SILENCIO ES EL PRINCIPIO DEL MÁS ALTO CONOCIMIENTO:

El silencio es el recogimiento del Ser en el retorno a su verdad.
(Martín Heidegger)

El silencio es el sueño que nutre la sabiduría.
(Francis Bacon)

El silencio es la réplica más aguda.
(G. K. Chesterton)

La mente recubre la realidad sin darse cuenta. Para conocer la naturaleza de la mente necesitas inteligencia,
la capacidad de observar a la mente en silencio con conciencia desapegada.
(Nisargadatta Maharaja)

Sé tan silencioso como un pez y sumérgete en el océano de la dicha.
(Rumi)

Permanezcamos en silencio para que así podamos escuchar el murmullo de los dioses.
(Emerson)

El que habla no sabe; el que sabe no habla.
(Lao-Tse)

 El silencio en todas las tradiciones místicas y gnósticas tiene un lugar central. Filósofos y místicos de todas las eras han reconocido que para que la mente logre acceder a los aspectos más sutiles de la existencia y pueda realmente conocer lo que es, es necesario silenciar el pensamiento discursivo, conceptual o representacional. 
Un símil utilizado en las tradiciones de la India puede servir para entender esto: si tenemos una imagen (por ejemplo, la Luna) reflejada en un cuerpo de agua, podremos verla con mayor claridad si la superficie está quieta; si en cambio existen agitaciones, ya sea por el viento o por una roca que al caer genera ondas en el agua, no podremos ver con la misma claridad la imagen.



En Silencio:

Un guía llegó en silencio.
Sólo en el silencio podrás oír su mensaje.
Toma un sorbo de este vino
delicioso ­y abandónate.
No insultes la grandeza de Su amor,
pues Él, en silencio, ayuda a quien sufre.
Pule tú el espejo que hay entre dos alientos,
y ve con Él más allá de las palabras.
Él conoce cada uno de tus actos,
sólo Él mueve en silencio la rueda de los Cielos.
Todos los pensamientos enterrados
en tu corazón, Él los revelará uno por uno,
en el silencio.
Convierte en pájaros tus pensamientos
y déjalos volar al otro mundo.
Uno es un búho; otro, un halcón; un cuervo, otro.
Cada uno de ellos es diferente de los demás,
pero todos son iguales en el silencio.
Para ver la Luna que no se puede ver
vuelve tus ojos hacia el interior
y obsérvate, en el silencio.
En este y en el otro mundo,
no hables sobre esto y aquello.
Déjalo a Él que te lo muestre todo,
resplandeciente como tú… en el silencio.

~ Rumi ~

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Cuando Callas:

 

Cuando callas también hablas de ti mismo.
Cuando callas un secreto
conozco tu fidelidad de amigo.
Cuando callas tú propio dolor
conozco tu fortaleza.
Cuando callas ante el dolor ajeno
conozco tu impotencia y tu respeto.
Cuando callas ante la injusticia
conozco tu miedo y tu complicidad.
Cuando callas ante lo imposible
conozco tu madurez y dominio.
Cuando callas ante la estupidez ajena
conozco tu sabiduría.
Cuando callas ante los fuertes y poderosos
conozco tu temor y cobardía.
Cuando callas ante lo que ignoras
conozco tu prudencia.
Cuando callas tus propios méritos
conozco tu humildad y grandeza.
El Silencio es el tiempo donde el sabio medita.
La cárcel de la que huye el necio.
Siembra para ser tú mismo...

- George Elliot - (1819-1880)


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